Incendios demasiado frecuentes: entre La Calera y Malagueño, una reserva natural se hace humo
Esa área del Gran Córdoba, que en su mayor parte son tierras del Ejército y que desde 2009 fueron declaradas reserva. es la región cordobesa con mayor recurrencia de fuegos. ¿Cómo se explica?, ¿qué podría hacerse?
“Parece el triángulo de las Bermudas de los incendios en Córdoba”, graficó un bombero voluntario que lleva décadas de oficio. Aludía a esa especie de óvalo que se forma en el mapa entre la ciudad de Córdoba al este, el dique San Roque al oeste, la autopista a Carlos Paz al sur y la ruta E 55 y La Calera al norte.
Es el punto de la provincia que registra la mayor frecuencia de incendios. Una y otra vez los bomberos y aviones hidrantes deben salir corriendo por algún foco entre La Calera y Malagueño.
Abruma un dato: un mapeo del Laboratorio de Biodiversidad y Ecología del Fuego, del Conicet y la Conae (Comisión Nacional de Actividades Espaciales), registró que entre 1987 y 2020 hubo en esa área zonas que sufrieron incendios entre siete y ocho veces. Otras se quemaron entre cuatro y seis veces. Aún falta contabilizar los últimos cuatro años, en los que se sumaron más y más fuegos.
De hecho, entre julio y septiembre de 2024 ardieron unas cinco mil hectáreas más. Uno de esos focos recientes casi se lleva puestos barrios de La Calera.
Ahí no queda nada que no se haya quemado varias veces en los últimos 15 años. Y sobresale la enorme contradicción de que se trata de un área declarada como reserva natural desde 2009. Una reserva que se hace humo.
Reserva de la Defensa
Gran parte de todo ese territorio de unas 12 mil hectáreas en el Gran Córdoba es propiedad del Ejército.
En 2009, el Gobierno nacional resolvió designar a las 11.377 hectáreas de la fuerza militar como Reserva Natural de la Defensa La Calera.
El argumento: que esas tierras nacionales, aunque siguieran bajo uso militar, se conservaran como un gran pulmón verde en el área metropolitana, evitando de ese modo que pudiera ser destinado a proyectos inmobiliarios o industriales, en una zona “apetecible” para ambos fines, pegada a la Capital. El convenio que la declara “reserva” fue firmado entre el Ejército y Parques Nacionales
Este año, entre el 28 de agosto y el 10 de septiembre, en tres incendios sucesivos se quemaron 4.795 hectáreas (según las imágenes satelitales de la Conae). Es casi la mitad de toda el área militar.
En julio pasaron por fuego algunos cientos más, pero en incendios en la periferia urbana de La Calera, por fuera de los campos militares.
¿A qué se debe que haya tantos incendios en una misma zona?, ¿Asoma alguna explicación? ¿Qué se podría hacer para mitigarlos? Es hora de al menos preguntarse razones y miradas, si se pretendiera arrimar alguna solución.
“La Calera, capital de los incendios”
Alejandro Maldonado lleva 26 años como bombero voluntario y es el actual jefe del cuartel de La Calera. Sin vueltas, señaló que a esa ciudad la podrían declarar “capital de los incendios forestales”. Y graficó: “Lamentablemente es una realidad: se sabe que cuando comienzan los focos en La Calera arranca la temporada de incendios en la provincia”.
Se trata, por cierto, de una de las áreas más pobladas del mapa cordobés. Eso ya es un riesgo, si se asume que más del 95% de los fuegos parten de la intención o de la negligencia humana.
Para Maldonado, las variables de inicio pueden ser múltiples: quemas de basurales, chispas provocadas por maquinarias, descuidos por brasas mal apagadas o por quemas de hojas, travesuras de niños, acciones negligentes o algún interés específico de daño.
Sobre los más recientes, iniciados dentro de la reserva de uso militar, el bombero señaló que “están en investigación judicial y ojalá puedan aclararse”. Acotó que en esa amplia área protegida cruza un camino rural, con bastante tránsito, que une Malagueño con La Calera. “Ese es otro riesgo de incendio por personas que circulan o arrojan basura”, avisó.
Maldonado mencionó el caso del incendio en barrio Rumi Huasi, de La Calera, el 24 de julio pasado. Por ese caso fue imputado y detenido un joven de 19 años, acusado de autor del incendio intencional. “Tras esa detención no hubo otros al menos en esa zona, donde eran muy frecuentes. Se calmaron”, afirmó el jefe de bomberos.
Esa vez, ese joven y dos menores dijeron al ser detenidos que prendían como diversión y para ver en acción a los aviones hidrantes.
Maldonado no huye de otro punto de fondo: el crecimiento poblacional descontrolado que avanzó hacia las laderas del cordón serrano. La gente se acercó a las zonas de mayor riesgo, sin planificación, y en muchos casos con viviendas con conexiones precarias de electricidad y sin gas, condiciones propicias para los incendios.
Rumi Huasi, La Isla, La Campana y El Chorrito son los barrios de La Calera a los que acuden los bomberos con más frecuencia. En la mayoría de los casos, los focos se apagan apenas iniciados. Pero cuando alguno se dispara, el drama crece.
Maldonado explicó que si bien siempre hubo focos, ahora el patrón de desarrollo cambió: “Son avances más explosivos, porque hay menos monte y el pasto seco propicia que el fuego corra más rápido”.
Si se le pregunta por sugerencias, el bombero apunta a la erradicación “en serio” de los basurales a cielo abierto, la concientización de la población y que la Justicia actúe y pueda mostrar a los responsables de cada caso.
La frecuencia agrava el impacto
El biólogo Juan Argañaraz, del equipo del Conicet que monitorea áreas afectadas por incendios en Córdoba, apuntó que el fuego, más si es tan recurrente, afecta al bosque nativo que queda en esos campos. “Si bien las especies nativas tienen una alta supervivencia porque rebrotan desde las bases, los árboles se terminan transformando en arbustos”, advirtió.
Los continuos focos impiden que las especies alcancen la forma de leñosas y son reemplazadas por pastizales. Entonces, el suelo queda más expuesto a lluvias y vientos, lo que provoca más erosión con pérdida de fertilidad. A la vez, los pastizales aceleran el avance de los incendios. Se degradan, además, las condiciones de hábitat para la fauna existente.
¿La solución? Para Argañaraz, se deberían implementar políticas sostenidas y firmes de conservación, como en muchos otros sitios de Córdoba, “porque ya no queda mucho bosque nativo para preservar como recurso clave”.
“No es normal”
Para Roberto Schreiner, que lleva 40 años de bombero y más de 20 en cuarteles de Sierras Chicas, es evidente que ha aumentado la frecuencia de incendios en esa zona. Tras marcar que “no es normal lo que ocurre” admitió que “nadie parece tener muy claras las razones”
El actual vocero de la Secretaría de Gestión del Riesgo de la Provincia señaló que “hay que armar un patrón para descifrar las causas”, y marcó que “lo único seguro es que casi todos son por negligencia o intención”.
Valoró que tras la detención en julio de un joven acusado de un foco en un barrio de La Calera, en la periferia de esa localidad mermaron los inicios que se hacían “demasiado habituales”. Citó que sólo en julio hubo 25 focos en 30 días.
Sobre los más extendidos de agosto y septiembre, en los campos del Ejército, Schreiner respondió “que es una cuestión que está investigando la Justicia”, pero admitió conocer que hubo bomberos que declararon que venían advirtiendo sobre los riesgos de los ejercicios militares en días con condiciones climáticas desfavorables.
En cuanto a posibles sugerencias, apuntó que podrían sumarse más calles cortafuegos dentro de la reserva militar “para que rompan la continuidad del avance de las llamas sobre la masa combustible disponible y para que además permitan mejores accesos para controlar los focos”.
Schreiner marcó que “algunas se han abierto este año, pero podrían evaluarse más”.
También indicó que se podría analizar sumar tecnología de detección temprana, como torres con cámaras con sensores de incendios en sitios críticos.
“Ojo al cambio de uso del suelo”
Federico Kopta, biólogo y presidente del Foro Ambiental Córdoba, sostuvo que “históricamente el fuego es una antesala al cambio del uso del suelo, como herramienta previa al desmonte, y siempre está el temor de lo que pueda suceder en las reservas”. En ese marco, reclamó que se acentúe la necesidad de que toda esa área siga siendo una reserva natural, “pero que no se queme”.
Kopta recordó que buena parte de los campos militares, hasta 2009 cuando se declararon reserva, eran zonas de cultivos y de pastoreos. Antes, esas partes no se incendiaban porque tenían otro uso y los fuegos se daban en la zona más serrana con montes.
En tren de soluciones, el ambientalista sugirió sumar “un plan de manejo serio para reducir los pastizales y controlar la proliferación de especies exóticas invasoras”.
Luego, sugirió reforestar con especies nativas serranas, para que con las décadas se conviertan en bosques que reemplacen los pastizales.
“Con el crecimiento de la ciudad de Córdoba y de sus vecinas, queda ese pulmón verde vital y el interés inmobiliario sobre esa zona es seguramente muy grande”, alertó Kopta.
¿Qué dice el Ejército?
Fuentes oficiales del Ejército Argentino respondieron, ante la consulta de La Voz, que el campo de instrucción es de importancia fundamental para su misión. “Es el lugar donde se adiestra y se instruye la Cuarta Brigada Aerotransportada y las Fuerzas de Operaciones Especiales. Son tropas de élite que tienen su cuartel en La Calera y que por sus funciones requieren mantener alto su nivel de adiestramiento”, se indicó.
Sobre los recientes incendios en el campo militar apuntaron que son “materia de preocupación” y que están “en una instancia de revisión para determinar qué medidas nuevas tomar o incrementar”.
“El uso del campo es controlado. Se solicita un permiso y se asigna un turno, y se toman medidas como atención a las alertas provinciales, delimitación de actividades autorizadas, disposición de personal instruido como brigadista forestal”, afirmaron.
Señalaron que se abrieron recientemente seis mil metros de calles cortafuegos, en coordinación con la Provincia, y que hay disposiciones sobre el uso del campo “que están siendo objeto de estudio para incrementar la seguridad”.
El Ejército entró en cuestión porque en la causa judicial que investiga los incendios se sumaron declaraciones de bomberos y otros testigos que aseguran que habrían advertido que ciertas prácticas de adiestramiento, por ejemplo de tiro o de uso de bengalas, eran de peligro en días de alto riesgo para el fuego.
La causa judicial iniciada estaría a punto de ser remitida a la Justicia federal, por tratarse de predios de jurisdicción nacional.
Una pista adentro
Martín Degano, actual director del Plan Provincial de Manejo del Fuego, reveló que preocupa la sucesión de focos y que trabajan de manera conjunta con cuarteles de bomberos y el municipio de La Calera.
“Pero nosotros nos dedicamos más a las maniobras de extinción para contenerlos y de prevención para evitarlos”, afirmó.
Cómo posible solución, citó el trabajo realizado con el Ente Metropolitano para la construcción de más picadas o calles contrafuegos que sirvieron de apoyo en los últimos incendios y evitaron un avance aún superior de las llamas sobre la reserva natural.
También dijo que se puso en funcionamiento la pista de La Mezquita, dentro del predio militar, que mejora la operatividad de los aviones hidrantes en ese sector, pero marcó que otras medidas adicionales podrán analizarse.
¿Cámaras de detección de humo?
A fines de 2022, se anunció que en Córdoba se instalarían cinco domos con cámaras de alta tecnología para la detección a larga distancia de incendios forestales. Serían aportados por Ambiente de la Nación, como ya lo había hecho meses antes con varios equipos en la zona del Delta del Paraná.
Esos equipos detectan humos hasta a 50 kilómetros, durante las 24 horas, para el seguimiento desde un centro de monitoreo.
No aseguran que no se inicien fuegos, pero la detección temprana es cada vez más clave para controlarlos, además de permitir establecer patrones de sitios de inicio y eventuales causales.
Desde hace décadas la detección temprana depende de que los vecinos que ven columnas de humo las denuncien con urgencia o de que en las zonas de riesgo haya bomberos vigías apostados para observar si ocurren incendios desde puntos de vista de altura. Esos vigías humanos fueron perdiendo presencia, y algunos cuarteles los mantienen más que otros. Tamnbién se usan mapas de detección de calor satelitales.
De aquellas cámaras en domos, Córdoba tiene cuatro instaladas hoy. Dos están en áreas de alta masa de bosques y con escasa presencia de bomberos en el noroeste (la reserva Chancaní y Ciénaga del Coro), uno en la zona de Tulumba (San Pedro Norte), y otro en Punilla (en Tanti).
Son monitoreados, como otros aspectos de defensa civil (ejemplo, crecidas de ríos) en las salas del Observatorio Hidrometerológico de la Provincia. Desde ese ente se confirmó que está vigente ese monitoreo, a cargo de agentes del Plan Provincial de Manejo del Fuego.
Esa presencia de torres con ojos detectores podría ser de utilidad en los sitios de mayor frecuencia de incendios.
La zona de La Calera-Malagueño es la primera de esa lista. El área de La Cumbre y Capilla del Monte, asoma como la segunda con mayor frecuencia de fuegos. Justo, las dos zonas que en las últimas semanas generaron los peores incendios en la provincia.
Fuente: La Voz del Interior