Crónica de una descarga de tritio de la Central Nuclear Embalse
La Central Nuclear Embalse descarga rutinariamente al ambiente cantidades considerables de tritio, en forma líquida y gaseosa.
El tritio es una forma radiactiva del hidrógeno, que tiene la particularidad de hacer que el agua, la sustancia de la vida, la mayor parte de la masa de los seres vivos, se vuelva radiactiva.
La concentración de tritio en el agua se mide en bequerelios por litro (Bq/L). El bequerelio es la unidad de actividad radiactiva, igual a una transformación nuclear por segundo. El mayor valor registrado por Nucleoeléctrica, la empresa estatal que opera las instalaciones, fue de 23.456 Bq/L, medida en octubre de 2018 en la boca del canal de descarga. Se trata de un canal artificial de unos seis kilómetros de longitud, por el que circula agua que la central bombea del lago Embalse para disipar el calor no convertido en electricidad, y para diluir los efluentes radiactivos como el tritio.
El gerente de la Central Nuclear Embalse, Juan Cantarelli, le dijo a Tiempo Argentino que “es un error muy grave considerar los niveles de actividad en el canal de descarga como una muestra ambiental. Esa medición tiene como objetivo verificar la real dilución del efluente una vez emitido, es decir, se verifica que no se mantenga constantemente en valores elevados”.
A instancias del Foro Ambiental Córdoba, el Gobierno Provincial intimó a Nucleoeléctrica a explicar las causas del incremento de tritio en la boca del canal sucedido en octubre de 2018. En la respuesta N.º 19220 a la cédula de notificación N.º 19140, la empresa explicó que “el agua de boca de canal, es una matriz ambiental que busca determinar que, ante una descarga de efluentes líquidos, la actividad emitida se diluya en la masa de agua del lago y no quede acumulada en el sitio”. En relación con el muestreo correspondiente al mes de octubre del año 2018, señaló que “la toma de la muestra coincidió con el momento en que el canal de descarga estaba circulando una emisión rutinaria de efluentes líquidos. Dicha situación se dio por la baja circulación de agua en ese momento, ya que se estaban haciendo obras de limpieza y reacondicionamiento en dicho canal”. Nucleoeléctrica expresó que “el valor es una singularidad que no se pudo volver a corroborar en los muestreos subsiguientes”.
Si nos paramos a analizar las explicaciones anteriores, notaremos una contradicción: Nucleoeléctrica sostuvo que el agua de la boca del canal es una matriz ambiental, mientras que el gerente de la Central Nuclear Embalse dijo que es un error grave considerarla una muestra ambiental. Como quiera que sea, los elementos radiactivos son indiferentes a la lógica cartográfica de la empresa, y, al final del canal de descarga, está el lago Embalse.
Una “singularidad” es un eufemismo usado por los funcionarios del átomo para evitar decir que tiraron al lago desechos líquidos de las tareas de reacondicionamiento de la central, que en octubre de 2018 estaba parada por la ejecución de la última fase de la extensión de vida, que comenzó en diciembre de 2015 y finalizó en enero de 2019.
Puesto en mis términos, el argumento de Nucleoeléctrica es que el tritio estaba muy concentrado porque circulaba poca agua por el canal de descarga. No obstante, en la documentación de la empresa consta que, a lo largo del último trimestre de 2018, efectuó una gran descarga de tritio al lago Embalse, que analizaremos más adelante.
Dada la falta de independencia de la Autoridad Regulatoria Nuclear, en la práctica Nucleoeléctrica tiene las riendas de su propio control. La sociedad depende de la palabra de la misma empresa que emite el contaminante, como resultado, no existe una garantía de la representatividad de las muestras, y, por lo tanto de la exactitud de los datos a la hora de proporcionar estimaciones de las emisiones totales de tritio.
La industria nuclear suele criticar a los ecologistas por hacer “cherry picking” (en inglés significa recoger cerezas), como se designa a la tarea de revisar tabla tras tabla con resultados de monitoreos radiológicos de una instalación nuclear, hasta encontrar el valor más elevado. Para evitar el enojo de los funcionarios del átomo, le propongo al lector otra manera de considerar la problemática que nos ocupa: mediante las descargas anuales de las centrales nucleares, que se miden en terabequerelios (TBq), un terabequerelio es equivalente a un billón de bequerelios.
En Japón, la central nuclear de Fukushima comenzó el vertido al mar del agua residual del accidente de 2011, a través de un túnel submarino de un kilómetro de longitud. Las autoridades japonesas establecieron una concentración máxima de tritio para el vertido de 1.500 Bq/L y un límite total anual de vertido de 22 TBq al año, “con el fin de minimizar el impacto sobre el medio ambiente circundante y el daño a la reputación” (Ver: IAEA Comprehensive Report On The Safety Review Of The Alps-Treated Water At The Fukushima Daiichi Nuclear Power Station, OIEA 2023, página 22).
La comparación con Argentina asusta: la Central Nuclear Embalse descargó en sus efluentes líquidos 119 TBq de tritio en 2022, más de cinco veces el límite anual de vertido de Fukushima. En el último trimestre de 2018, descargó 18,8 TBq en octubre, 40,8 TBq en noviembre, y 18,20 TBq en diciembre.
Las descargas anuales de tritio al lago Embalse alcanzaron el pico histórico de 553 TBq en 2013. La Central Nuclear Embalse descargó en un año tanto tritio en sus efluentes líquidos como Japón planea descargar en Fukushima a lo largo de un cuarto de siglo. Aún más impresionante es la comparación entre los cuerpos de agua receptores de las descargas, el Océano Pacífico en el caso de la central japonesa, y un pequeño lago artificial en el caso de la central de Embalse, la fuente principal de agua potable de la población circundante.
El gerente aportó números actuales: “los niveles de tritio en el agua del lago de Embalse rondan los 300 Bq/L”, y dice que son insignificantes porque están muy por debajo de los 10.000 Bq/L que es el nivel de referencia que utiliza Nucleoeléctrica. Pero también es cierto que están muy por encima de los niveles de 1978, previos al inicio de las operaciones del reactor, que eran de menos de 15 Bq/L. El estándar de la Unión Europea es de 100 Bq/L para el agua de consumo humano.
En noviembre de 2013, Nucleoeléctrica midió 1.081 Bq/L en el agua de red del barrio de la Comisión Nacional de Energía Atómica. Cantarelli le dijo a Tiempo Argentino que “fue una singularidad de pocos meses luego del trabajo de limpieza de los tanques de resina”.
Fuente: Portal tramas.ar